febrero 26, 2014




Ellos (miles)
al otro lado de la alambrada
dijeron que estaban locos
que no pensaban las cosas
y saltaban al vacío
desesperados
muertos ya.

Ellos (cientos)
intentaban atravesar las concertinas
ensangrentados
con el paladar reseco y abierto
caían del otro lado
y ya prisioneros
se dejaban hacer
vencidos les recogían
les cubrían con mantas
les curaban las heridas.
Ni siquiera podían hablar
ni quejarse
ni llorar
miraban todo y nada
con sus ojos mansos
llenos de miedo pedían perdón
les daban agua y leche
y a los que sobrevivían
les mandaban de vuelta a su país.

Nuestras vidas se rozaron un instante.

María Jesús Silva

2 comentarios :

Tesa Medina dijo...

Me conmueve todo el poema, Mária, me gusta, pero ese verso final se va directo al corazón.

Nuestras vidas se rozan un instante y luego... cada uno seguimos a lo nuestro ajenos a su dolor, a su desesperanza.

Un abrazo,

manolin dijo...

Hola soy Manolin .
He hablado con papa , me ha alegrado, y me ha conmovido.
Os quiero, siempre.