septiembre 16, 2013



Nuestras extrañas exigencias

Para que tú me ames, para que yo conserve
tu amor más alto y puro, sólo debo
-me dices-
cumplir un mandamiento:
no mentirte jamás, no mentirte siquiera
cuando más necesites que lo haga,
porque tú -me aseguras-
lograrás perdonar cualquier ofensa,
cualquier traición si la confieso.
Y así, con un engaño, mintiéndote y mintiéndome,
demandas mi franqueza más suicida.

Por tu parte,
para que yo te ame, para que tu conserves
mi amor más alto y puro,
sólo debes cumplir un mandamiento:
no dejar de mentirme, porque no lograría
amarte en tu verdad.
Lo que yo amo es tu forma de engañarme.
Por lo que a mí respecta, complaceré tu gusto:
te mentiré jurando que no miento,
y si logro tenerte para siempre engañada,
habrás de agradecerme un amor tan sincero
que no sienta el impulso de decir su verdad,
porque es la verdad la traición más cobarde
y nadie necesita su confidencia cruel
por más que la suplique.

Vicente Gallego

1 comentario :

Tesa Medina dijo...

Uf la verdad. Tan alabada y motivo de mucho daño y rencores. Tampoco me gustan las mentiras, pero por qué no aquello de...

... no te miento, sólo que no te digo toda la verdad, es mucho menos dañino.

Creo que estoy muy de acuerdo con los últimos versos del poeta.

Muchos besos, y espero noticias de tu poemario.