octubre 30, 2009

MUSEO CHILLIDA LEKU

Eduardo Chillida (1924-2002) es un nombre universal. La razón es la dimensión y amplitud de su obra. Los premios conseguidos avalan una trayectoria internacional, incluyen, entre otros, la medalla de oro de Bellas Artes de España, Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Gran Premio de las Artes de Francia, Gran Premio de Escultura de la Bienal de Venecia. Sus obras pueden encontrarse en los museos más importantes del mundo (el Guggenheim de Nueva York y Bilbao, el Maeda Environmental Art de Tokio, el Centre Natinal d'Arts Plastiques de París, la Tate Gallery de Londres o el Reina Sofía de Madrid).



El Museo Chillida Leku es un paraje abierto, rodeado de hayas, magnolios, robles, armonía entre la naturaleza y la obra del hombre. La luz nunca es la misma, siempre es distinta en el lugar donde Chillida soñó. Eduardo Chillida imaginó poder reunir parte de su legado, disperso por el mundo, en un solo lugar. Esto es Chillida Leku.



La exposición De música callada aborda lo musical en un periodo avanzado y maduro de su trayectoria artística. Las formas de sus esculturas y dibujos fusionan ritmo, tiempo y silencio. Eduardo Chillida materializa en su obra gráfica y escultórica una música muda no compuesta para ser escuchada, sino para ser sentida; ofrece la posibilidad de introspección y propicia un viaje a lo interno. El vacío late en la obra del escultor, y muchos lo han calificado de "arquitecto del vacío". El vacío es además en la tradición mística el lugar donde todo nace.

En 1996, en una conversación con José Ángel Valente, poeta del silencio, éste afirma que la "materia de todas las artes es en el fondo una sola". Esta afirmación vuelve a encontrar su clave en la mística, todo nace del vacío. Tanto Valente como Chillida encontraron en San Juan de la Cruz una fuente de inspiración que les condujo a buscar en la poesía y en el arte la forma de expresar el silencio.

Música callada es el verso que Eduardo Chillida toma prestado del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz para dar nombre a dos esculturas homónimas: Música callada (1955) y Música callada (1983), claro testimonio de la gran admiración que el escultor sentía por el místico.


la noche sosegada,
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora

San Juan de la Cruz, Cántico espiritual.



Canción del eterno inretorno

Quiero quedarme así, solo, lejano,

sin ninguno, sin nadie,
pájaro en la infinitud del aire vuela,
en el vacío del aire,
hacia el horizonte que jamás se alcanza
y nunca ya poder -quedarme así-
regresar al origen para siempre borrado.

José Ángel Valente, Cántigas de Alén.

Fotografías: María Jesús Silva
Documentación extraída del catálogo del Museo Chillida Leku.

2 comentarios :

Tesa Medina dijo...

El hierro siempre me ha atraído, esa textura fría y dura pero maleable, me parece muy espiritulal el arte de Chillida.

Creo que el mar y el bosque son los entornos naturales de sus obras.

No he llegado a ver este museo, pero me apetece mucho hacerlo en mi próxima escapada. Muy bonitas las fotos.

Me apunto a ese primer segundo de noviembre.

Un abrazo, Ada

María Jesús Siva dijo...

Tesa, gracias por pasar. El museo es magnífico, te puedes tirar horas y no te dan ganas de salir, un remanso de paz y de luz donde descansar. Ya me contarás cuando lo visites.
Noviembre espera... Pero estoy deseando verte.
Besos